Suicidios en cárceles: una problemática que afecta a presos y trabajadores
La falta de políticas claras de cuidado y en salud mental afecta indistintamente a jóvenes que se ven sin perspectivas por estar presos o trabajando de forma precaria en las cárceles santafesinas. Víctimas de situaciones distintas pero muy parecidas, los números muestran por qué un Estado ausente genera un daño muy importante a "ambos lados del mostrador".
Los suicidios en el ámbito del sistema penitenciario comprenden una problemática aguda que afecta a presos y carcelarios.
Para el Estado, cada caso debe ser considerado como muerte violenta y tomarlo bajo su responsabilidad por darse en su ámbito y por no propiciar las condiciones necesarias para prevenirlo.
Pero funcionarios, especialistas y la propia población penal coinciden en que Santa Fe no aplica los protocolos debidos para mitigarlos. Observan más bien una falta total de acción que tiene su correlato ―y un agravante― en las precarias condiciones de vida que ofrecen nuestras cárceles.
Una de las voces que más lo denunció fue la exdefensora penal de la provincia, Jaquelina Balangione, que incluyó a los trabajadores penitenciarios como víctimas de esta problemática.
A tal “problemática” podría definírsela como el estado de vulnerabilidad al que quedan expuestos muchos jóvenes de nuestra provincia por no contar con herramientas para sobrellevar una situación personal complicada en un contexto procesal/laboral que por lo general resulta adverso. Es decir, por no disponer de un abordaje serio en salud mental.
Balangione añade como una consecuencia-determinante clave "el alto índice de consumos problemáticos que suele presentarse tanto en presos como en trabajadores penitenciarios”.
Algunos números
Según el Registro Provincial de Violencia Institucional entre 2020 y 2022 se registraron 22 suicidios en unidades penitenciarias santafesinas, y siete durante los primeros seis meses de 2023.
Menos claro son los datos sobre suicidios de trabajadores penitenciarios, quienes suelen estar incluidos en los recuentos (no oficiales) de las muertes violentas de las fuerzas policiales.
“Nuestra provincia carece de información certera, sistematizada y fidedigna acerca de los suicidios producidos en la Policía”, se consignó entre los fundamentos quen llevaron a aprobar un Programa de Abordaje Integral de Prevención del Suicidio en la Policía de la Provincia de Santa Fe. (¿Cuánto se aplica de este programa? Santa Fe Plus consultó pero no obtuvo respuetas al respecto.)
De modo extraoficial, la Unión de Trabajadores Policiales (Utrapol) señaló que “en 2022 al menos tres empleados del Servicio Penitenciario provincial se suicidaron y se suman a los casi veinte policías que tomaron esa misma decisión”.
El dato fue vertido tras la muerte de Ezequiel Riquelme, un joven de 25 años que a inicios de marzo se suicidó con el arma reglamentaria en su lugar de trabajo.
Riquelme no era carcelero, sino que trabajaba como centinela en una garita penitenciaria y habría sido “castigado” por informar a medios periodísticos sobre lo que sucede “puertas adentro” y “lo clavaron con horas de recargos por hablar”.
Como se señaló, la problemática apunta principalmente al estado de vulnerabilidad de muchos jóvenes de nuestra provincia que no tienen forma de sobrellever sus diferentes cuestiones vinculadas —en ocasiones— al consumo problemático y a la salud mental y física que padecen y se agravan por las condiciones inhumanas de alojamiento bajo las que viven o trabajan.
Queda claro al comparar el siguiente dato: la tasa general de mortalidad en cárceles (de presos) es significativamente menor a la de quienes no viven en contexto de encierro, pero el guarismo se invierte al tomar la poblacíon de entre 20 y 34 años.
Así, mientras que la tasa general de mortalidad en cárceles santafesinas es de 20 puntos y la de la provincia en general es de 34, al tomar la franja etaria descripta los guarismos se invierten a 18 y 10 puntos, respectivamente.
Siguiendo con la población penal y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), "los detenidos en espera de juicio tienen una tasa de intentos suicidas de aproximadamente 7.5 veces, y los presos sentenciados tienen una tasa casi seis veces más alta que la de los hombres fuera de prisión en la población general”.
Pero sean presos o trabajadores penitenciarios, el estado de vulnerabilidad que padecen en las cárceles de Santa Fe se evidencia en la falta de políticas públicas y de estrategias de cuidado para sendas poblaciones que tiendan a mitigar el impacto de tales números.
¿A qué se debe esta diferencia de guarismos y cuáles son las similitudes entre presos y carcelarios?
Según Jaquelina Balangione, una evidencia central debe buscarse en el "inédito número de carpetas médicas por temas psiquiátricos del personal penitenciario”.
El problema de fondo, explica, es la “falta sistemática de políticas en salud mental que apunten a la prevención” de este fenómeno global “que en Santa Fe se agudiza”.
“La sobrepoblación hace que no se trabaje con los presos y que estén todo el tiempo encerrados de forma ociosa, lo que a su vez favorece la sensación de vacío”, añade como dato la especialista.
¿Cómo trabaja Santa Fe en la prevención del suicidio penitenciario? Santa Fe Plus intentó comunicarse con el área de Salud Mental de la provincia para consultar al respecto, aunque infructuosamente.
Ante emergencias con riesgo de vida llamá al *107.