El inventor casildense que inspiró sistemas de producción de energía avanzados
Guido Crole, un inmigrante italiano que llegó a la Argentina en 1883, se estableció en Casilda y marcó una huella perdurable en el desarrollo industrial y agrícola de la región. Con su espíritu innovador arribó a la zona limítrofe con la localidad de Pujato —entonces parte del Departamento San Lorenzo— para iniciar un proyecto que buscaba cambiar la economía local.
Al instalarse en el distrito, un joven Crole, de apenas 20 años, comenzó sus labores con un molino, un sistema rústico que pronto transformó al incorporar una fábrica de fideos. Este mítico lugar, arrendadao posteriormente a la familia Fasoletti, se convirtió en la renombrada "Fideos Fasoletti Hermanos", ubicada frente a la escuela de Campo Rizzo.
Además de su emprendimiento en el sector alimenticio, Crole se destacó como inventor, concentrándose en propuestas para optimizar la producción agrícola y la generación de energía. En 1901, publicó Mis inventos, el libro más antiguo editado en Villa Casilda, en el que describió cinco de sus propuestas tecnológicas, que iban desde mejoras en la molienda agrícola hasta innovadoras máquinas diseñadas para captar la fuerza de las olas del mar y de los ríos, como el Paraná, con el fin de producir energía limpia y sostenible.
La trascendencia de sus ideas no pasó desapercibida. En 1900, el periódico El Comercio solicitó que una comitiva técnica del gobierno o de la Unión Industrial Argentina visitara Villa Casilda para evaluar los prototipos de Crole, con el objetivo de utilizar sus planos como alternativa al carbón, recurso escaso y agotable.
Uno de estos prototipos, que empleaba el movimiento de las olas para generar electricidad, se conserva en el Museo Municipal de Casilda, aunque su exhibición se ve dificultada por su tamaño.
Entre sus aportes al sector agrícola, Crole desarrolló técnicas para reutilizar malezas y restos de cultivos, como la paja de maíz, como combustible para motores portátiles, facilitando el trabajo en las trilladoras de la época y disminuyendo el desperdicio de materiales.
Guido Crole falleció en 1922, dejando un legado familiar e industrial que perduró en Casilda. Ocho años antes se casó con una señora de apellido Boto, fue padre de hijas que luego se casaron con miembros de la familia Fasoletti, dando continuidad a su linaje y a su legado en la comunidad.