“Vos te lo perdés, porque yo voy a ser campeona del mundo”, dijo Victoria Bustos al teléfono en 2009. Estaba hablando con quién sería su primer entrenador, Tito Insua. Aquel lunes después de ver en vivo por primera vez una pelea, decidió llamar al gimnasio para pedir que la entrenaran. La atendió el preparador y le dijo que no trabajan con mujeres. Al escuchar la respuesta de Victoria, cambió de opinión.

Al otro día, la rosarina llegó al gimnasio lista para comenzar a preparase, con todas la confianza en que podía lograrlo pero sin tener idea del deporte. “Tito me preguntó cuántas peleas amateur tenía y, por supuesto, le dije que ninguna”, recordó en la entrevista con Santa Fe Plus. A pesar de no tener experiencia, se subió al ring igual. Pasado un mes, Victoria estaba debutando como amateur y a los tres años ya era profesional. “A mi quinta pelea como profesional ya estaba peleando un título mundial”, aclaró.

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Del Instagram de rosarioplus

La mujer de 30 años es ex bicampeona. Se consagró por primera vez el 21 de septiembre de 2013 por la Federación Internacional de Boxeo en la categoría ligera de 61 kilos. Luego, volvió a obtener el primer puesto el 1 de agosto de 2018 en la categoría superligera de 63 kilos y medio. Ahora sueña con la tercera. “Volvería a luchar por el tercero y como la Argentina me gustaría tener las tres estrellas”, contó, pero aclaró que los títulos no son su meta. “No es lo que define a un deportista, yo apunto a que todo sea una enseñanza, aprendí que ni la edad ni la plata ni las necesidades son factores que influyen para no intentarlo”, aseguró.

Si hay algo que Victoria aprendió en toda su carrera es que nadie puede decirle qué hacer. “Ni uno mismo a veces sabe hasta dónde puede llegar”, indicó.

El título y la historia con su padre

Después de ver aquella primera pelea en el club de su barrio de Rosario, Victoria corrió a decirle a su papá que quería boxear. “Yo siempre había hecho deportes pero nunca me había interesado por el boxeo hasta ese día”, recordó. En ese momento se enamoró de esta disciplina. “Estaba ahí sentada y me fascinaba ver como el técnico daba indicaciones, el boxeador hacía lo que le decía, me fui con la idea de que podía ser campeona del mundo”, rememoró.

Al llegar a su casa, le dijo a su padre sobre su meta. “Me miró nomás, no sé que habrá pensado peor sabía que si se me ponía algo en la cabeza no paraba hasta cumplirlo”, indicó.

Como tenía 20 años, a todos le parecía más complicado que la joven pudiera alcanzar el nivel y los títulos que deseaba a corto plazo. Pero lo hizo. Antes de hablar de su mayor logro en su carrera, se emociona. Habla del título, pero no como un logro deportivo, sino como un regalo para su padre y para ella. “Para mi lo mejor fue haber ganado el título y habérselo dado a mi viejo en las manos, que él lo levante”, relató.

Es que luego de varias peleas y ya como profesional, Victoria se enteró que en su familia había un pasado en el boxeo. Su padre había practicado el deporte y su tío había disputado 150 peleas como amateur.

Si bien el campeonato era su meta personal, también la reconoce como un logro colectivo y una enseñanza para otros deportistas. “No es solo un título, es un camino con muchas emociones y el campeonato marcó un antes y un después”, sostuvo. Además de a su padre, Victoria también le entregó el título a su primer entrenador, quien le había regalado una pulsera en su primera pelea amateur. “Me dijo que se la devolviera cuando fuera campeona y así lo hice”.

Los campeonatos y lo que queda

A la joven del pasado que soñaba con metas que ya logró, Victoria la dice que está orgullosa y que hay que seguir luchando, pero que a todo lo volvería a hacer una y mil veces. Narró que en el momento en que estaba disputando los campeonatos, no pensaba en otra cosas. “Yo tenía tantas ganas de aprender que solo quería ponerme los guantes y salir a pelear”, indicó. Nunca le importó lo que dijera la gente ni los obstáculos del camino. “Por suerte, nunca tuve malas experiencias pero se que muchas otras mujeres sí. Los gimnasios están repletos de varones, son el 90% y nosotras el 10%, pero yo siempre me encontré con compañeros que me ayudaron”, contó y advirtió que no todas las mujeres pueden permanecer en este deporte.

Cuando la rosarina empezó a boxear, en 2009 ya había otras deportistas que habían triunfado, pero no muchas. “El tiempo cambió, una mujer antes no encabezaba una cartelera en el Madison Square Garden, no peleaba en el Word Trade Center ni en Mónaco”, indicó mientras enumeraba sus logros. “El crecimiento de la mujer es magnífico y hay que seguir luchando por la igualdad, porque el deporte es salud, es inclusión, felicidad y compañerismo”, aclaró.

Hace pocos años decidió cambiar de equipo de trabajo y así fue como llegó a Santa Fe, recomendada por su promotor, quien le comentó sobre Osvaldo Salami. “Le dije que me encantaría que me entrenara, vine, me gustó el lugar, me sentí cómoda y me quedé”, precisó desde el ring del gimnasio Olimboxing, ubicado en Avenida Aristóbulo del Valle 4136.

Actualmente, tiene proyectos en mente y asegura que “no puede parar”. Viaja a entrenar a la capital provinical pero también da clases gratis de boxeo recreativo en su ciudad natal y en Granadero Baigorria. Capacita a personas en el club Arizona de Rosario, un proyecto que gestionó el senador Marcelo Lewandowski, y también brinda clases en Granadero Baigorria. Todos los cursos son gratuitos, mixtos y para todos los niveles. “Me encanta la ayuda social y quiero devolverle a la vida algo de lo que me dio”, dijo.