"El peronismo debe ser capaz de rediscutir el modelo productivo santafesino"
El legislador provincial y precandidato a gobernador se sentó en el living de Santa Fe Plus para detallar las propuestas con que apunta a la Casa Gris. Los pros y contras de Perotti, su visión del frente de frentes, las "reformas urgentes" en materia de seguridad y la "voluntad política necesaria" para ser algo más que "la meca de la soja", entre los temas abordados.
Leandro Busatto considera que llegó el momento de poner a prueba sus más de 20 años de militante peronista y casi 15 como legislador provincial. Su apuesta es fuerte: ser gobernador de Santa Fe. Su propuesta, clara: “asumir la defensa del rol del Estado” y “tener la voluntad política necesaria” para realizar ”cambios estructurales necesarios y profundos”.
“La discusión pasa por qué modelo productivo queremos, pero además en cómo hacemos para que todos accedan a alimentos y salud de calidad”, hace una rápida observación al respecto.
Pero aclara: “Son discusiones a dar sin desligarse de la coyuntura, que en Santa Fe es dramática y dinámica”. Señala en primera instancia la crisis en seguridad pública, sobre la que plantea la necesidad de un "acuerdo político amplio" y reformas urgentes en materia judicial y policíaca.
Respecto del gobierno de Omar Perotti, entiende que “hoy tenemos una provincia que recuperó los indicadores sociales y económicos pero que no pudo resolver la cuestión de la seguridad”.
Le cuestiona al gobernador el haberse “distanciado” de las y los santafesinos en algunos debates claves, y propone como alternativa “adoptar una mirada distinta sobre el rol del Estado en la economía, con los trabajadores y sobre la posibilidad de generar futuro”.
No brinda, en cambio, mucho espacio al análisis sobre el frente opositor conformado a nivel provincial. Aunque observa: “El problema de gobiernos como el de Mauricio Macri, que busca replicar el frente de frentes, es que la sociedad termina con un porcentaje bastante efímero viviendo como quieren mientras el resto lo hace como puede”.
—Fuiste uno de los primeros candidatos a lanzarse en la carrera a gobernador: ¿por qué te interesa dirigir políticamente la provincia?
—Bueno, espero que podamos romper con el viejo axioma bíblico de que los últimos serán los primeros y estar a la cabeza en los resultados. Trabajamos en la provincia de Santa Fe desde hace 15 años, en un espacio y una corriente política que siempre aportó una mirada propia de la realidad y del peronismo. También de plantear qué hacer cuando nos toque gobernar.
En todo este camino pasamos por varias etapas. Primero fue de adversidad, porque somos un espacio muy vinculado a un peronismo nacional que levanta las banderas de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. En Santa Fe significó algunas dificultades por la gran cantidad de expresiones ligadas a lo comarcal, como lo fueron Carlos Reutemann o Jorge Obeid, dirigentes afianzados en el territorio santafesino y desprovistos de una mirada nacional.
Después de que se perdió la provincia, la situación cambió. El peronismo local se vio más inmerso en el debate nacional, lo que fortaleció nuestro perfil. El emergente de ese crecimiento fue Agustín Rossi, quien compitió varias veces por la gobernación y que tuvo y tiene un papel preponderante en el Gobierno nacional, tanto con Néstor y Cristina como ahora con Alberto Fernández.
Todo lo que hicimos en estos años sirvió para construir una mirada de la provincia y creemos contar con una base muy importante para proyectar una discusión sobre la Santa Fe para los próximos 10 o 20 años. Para ello se necesita de gente capacitada y es lo que trato de encarnar con la intención de resolver los temas del presente y abordar los temas del futuro.
—¿Cómo venís preparando la campaña?
—La venimos transitando con algún nivel de timidez, como toda la política. Estamos en una etapa de muchas tensiones para con la sociedad. Este año se cumple el 40 aniversario del retorno a la democracia y son demasiadas las asignaturas pendientes que todavía tiene. Se pudo comprobar, tristemente, que con la democracia no alcanza para curar, educar y comer; que el salario y la revolución productiva que prometió (Carlos) Menem tampoco se cumplió; y que hay muchas más asignaturas pendientes que objetivos cumplidos.
Considero entonces que llegamos a un punto de la historia, después de la experiencia de la pandemia, donde todo empezó a rediscutirse y se abrió una crisis de representatividad. Se nota la ausencia de liderazgos capaces de marcar un rumbo a seguir y por eso buscamos instalar ideas transformadoras. En ese sentido transitamos la campaña, siempre tratando de escuchar más de lo que hablamos y de sintetizar las propuestas que recibimos.
También buscamos ordenar algunos puntos centrales que muchas veces no quedan muy claro hacia dentro de la política, como la defensa del rol del Estado o los pilares sobre los que se construyó la llamada “sociedad del bienestar” en nuestro país: la salud y la educación públicas, la movilidad social ascendente con paritarias y jubilaciones, una relación empática con las y los trabajadores, así como la incorporación de nuevos temas que hagan a la agenda del futuro del peronismo.
No es menos importante el pensar cómo rediseñamos la palabra “trabajo”, porque hoy un pibe no la relaciona a un torno u otra herramienta, sino a un lenguaje de programación.
Por otro lado, se conoció recientemente que los peces del sábalo tienen el mayor nivel de toxicidad del mundo. Es momento, entonces, de plantearse si queremos vivir en un modelo productivo de monocultivo transgénico que da soja sin los estándares sanitarios correspondientes, pero que además está empezando a contaminar los ríos y recursos hídricos tan importantes para la vida.
La discusión entonces pasa por qué modelo productivo queremos, pero además cómo hacemos para que todos accedan a alimentos saludables. También es importante redefinir también el concepto de salud, a fin de pensar no sólo el estado de la primera atención, sino en cómo evitamos que se llegue a un hospital por enfermedades evitables.
Son discusiones que quiero dar sin desligarme de la coyuntura, que en Santa Fe es dramática y dinámica. En lugares como Rosario se viven procesos de violencia inusitada que obturan otros temas importantes. Pero la provincia es grande y diversa, con potencialidades por donde se mire y por eso se necesita de respuestas específicas para cada sector.
—¿Están las condiciones dadas para dar todos estos pasos?¿Cómo se hace?
—La pregunta funciona planteándola del siguiente modo: ¿le habrá preguntado San Martín a sus soldados si estaban listos para cruzar Los Andes? La respuesta probablemente hubiese sido que no. Lo mismo puede decirse con la Revolución Francesa o con toda gran revolución que cambió la forma de hacer y entender la política. Por eso entiendo que es la política quien tiene el deber de generar las condiciones necesarias para que las cosas ocurran, que somos nosotros quienes debemos generarlas para que el modelo productivo santafesino se rediscuta.
Nos interesa plantear un modelo de campo con familias campesinas que potencien la producción y la diversifiquen. Tengo propuestas concretas, como un proyecto de ley avanzado que apunta a un sistema de promoción integral del riego, porque contamos con 700 kilómetros de costa de río en toda la provincia pero aún tenemos zonas improductivas por falta de agua.
Lo que planteamos apunta a afectar el uno por ciento del presupuesto ejecutado el año anterior para financiar obras vinculadas al riego y al drenaje. Si son pequeños productores, le vamos a financiar el cien por ciento, si son medianos el 70 por ciento y si son grandes, un 50. ¿Qué vamos a lograr? Recuperar tierras que hoy no tienen la posibilidad de ser productivas, prevenir y abordar las sequías desde una postura más adecuada y diversificar la producción.
—¿Por qué es tan importante rediscutir el modelo productivo?
—Hablaba hace pocos días con un productor tucumano de que en Santa Fe se puede producir arándanos o cítricos, siempre y cuando se tengan las condiciones de riego adecuadas. No estamos condenados a ser la meca de la soja, sin inteciones de despreciarla. Pero no se puede depender de una situación que parece dada y sin vuelta atrás.
Por eso queremos volver a poblar el campo. Otra propuesta concreta al respecto es nuestro proyecto para bajar el impuesto inmobiliario rural a los pequeños propietarios, hasta un 50 por ciento, siempre y cuando vivan allí y hagan chacra mixta. La idea es generar cultivo y ampliar la oferta pecuaria: gallinas, vacas, chanchos… y generar un circuito que permita comercializar sus productos en los locales de cercanía. Para que ganen plata y vuelvan a producir en su hogar.
Para que sea posible, primero debe dotarse de servicios y de conectividad a muchos de estos lugares. Y para eso se necesita dinero. ¿De dónde se puede sacar? Son los grandes latifundios, aquellas grandes extensiones de tierras que muchas veces están en manos extranjeras, donde puede encontrarse un aporte adicional para bancar el esfuerzo del pequeño productor.
También hay enormes posibilidades de tener un negocio agrícola mucho más previsible. Para eso planteo la creación de un Instituto Provincial del Seguro, una herramienta para que los productores aseguren su cosecha. En vez de estar dándoles subsidios por las sequias, se les otorgaría una prima de riesgo. Si pasa algo, la aseguradora del Estado lo pagaría. A cambio, el chacarero va a tener que dar un detalle de lo sembrado y de lo que va a cosechar.
Son todas acciones que requieren de voluntad política, y nosotros la tenemos.
—¿Cómo ves la situación social a lo largo de toda la provincia?
—En el norte se demanda conectividad y mayor acceso a servicios básicos, además de educación pública de calidad. Es por eso que planteamos la necesidad de una universidad del Estado. Pero también hay demanda de trabajo y considero que cada pueblo debe contar con su industria. No hablo de grandes polos sino, por ejemplo, de un espacio para el desarrollo de iniciativas ligadas a la programación digital.
En el centro tenemos la cuenca lechera al oeste, así como una ciudad de Santa Fe que creció muchísimo no solamente en servicios sino también en términos industriales.
En el sur aparece toda la realidad vincualada a la metalmecánica o a las actividades vincualdas al agro, mientras que en Rosario la situación es de una ciudad enorme y fantástica que se encuentra aturdida por toda la problemática de la violencia, que es el primer tema a resolver.
—Habló sobre la necesidad de un gran acuerdo político extrapartidario para abordar la seguridad pública, ¿por qué lo considera necesario y qué acciones hacen falta tomar?
—Santa Fe repite desde hace 15 años un modo de abordar la seguridad pública que generó que la gente viva cada vez peor. Hoy podemos concluir que todos fuimos parte del fracaso, y que todos transportamos verdades imposibles de aplicar casi dogmáticamente.
Por eso los ejes de la discusión tienen que salir del tópico sobre la cantidad de policías a desplegar o si debe estar o no la gendarmería, porque no alcanza. Debemos hacer un alto alrededor de una mesa que siente a las principales fuerzas políticas y a la comunidad en general para consensuar un plan que permita sostener seis u ocho años en una misma dirección. No se puede seguir tomando a la seguridad como un problema de un solo gobierno.
En cambio, es un problema de Estado que requiere de una política integral y que se construye también con quienes no piensan como uno. Es el primer tema en mi agenda: convocar a las distintas fuerzas de la democracia, a la comunidad en general y a los tres poderes del Estado para articular una posición común sobre estos temas que requieren no solo de un diagnóstico eficaz sino de soluciones y herramientas.
Lo segundo es sostener estas políticas en el tiempo. Las soluciones posibles, desde mi punto de vista, inician con un acuerdo sobre una reforma normativa de la policía de Santa Fe. También hacen falta nuevas leyes de Seguridad Pública, de Personal Policial y de Control de Seguridad. Somos una de las pocas provincias grandes que no cuentan con ley de seguridad pública, con todo lo que pasa y pasó.
—¿Cómo plantearía la reforma policial?
—La policía debe ser reformada en términos organizacionales. Hoy cuenta con 25 mil mujeres y hombres que dependen de un solo jefe policial, y necesitamos de una fuerza provincial más ágil. Por ejemplo, se puede pasar a la guardia rural Los Pumas al ámbito del Ministerio de Ambiente, como también a la Policía de Investigación Criminal al ámbito del Ministerio Público de la Acusación (MPA). De este modo, el Ministerio de Seguridad podría trabajar con el personal policial que está en la calle, reduciendo el control a 10 o 15 mil efectivos. Sería mucho más ágil, dinámico y gobernable.
También se necesita de un acuerdo político sobre la cantidad a invertir para mejorar las condiciones de vida. Es mentira que la política de seguridad mejora o empeora por los niveles de pobreza, pero es verdad que genera caldos de cultivo para que el delito se vuelva moneda corriente en los barrios populares.
—¿Cómo se lograría esa mejora en las condiciones de vida de los barrios populares?
—Con mayor inversión. Por eso nuestras iniciativas apuntan a crear un Ministerio de Deportes, o a impulsar escuelas con doble jornada para estudiar matemática, geografía o lengua por la mañana y teatro y música por la tarde.
También es importante mantener las vecinales abiertas, contar con servicios básicos de calidad y mayor conectividad, además de la construcción de más viviendas dignas. Iniciativas que necesitan de un plan de Estado que permita recuperar los barrios populares. Las condiciones de vida de mucha gente es crítica, con servicios básicos que no llegan. Son lugares donde muchas veces las bandas delictivas, sean o no narcotraficantes, terminan reemplazando al Estado.
También hay otras dos cuestiones importantes sobre las que deberíamos hacer un gran acuerdo político. Una es la Justicia federal; la otra es la inteligencia criminal. Respecto a la primera, se debe tener una posición más firme. No solo para reclamar una ley o una reforma, que me parecen temas muy importantes, sino para utilizar de una forma más eficaz lo que ya tenemos. Juntarse con el fiscal general y pensar formas de trabajo más acorde a lo posible.
Sobre el segundo tema, considero que Santa Fe no tiene buenos sistemas de inteligencia criminal. Debemos pensar en dispositivos que nos permitan prevenir el delito de una forma más adecuada.
—Cuál viene siendo el trabajo de la Legislatura al respecto?
—Se da un debate bastante escuálido, plagado de consignas y frases hechas, de posicionamientos políticos electorales. Es muy difícil pensar que esta Legislatura pueda tener la grandeza de construir una posición diferente. No lo digo con resignación, pero sí observando lo que viene ocurriendo en los últimos tres años, donde aún tratamos leyes de seguridad en las que pareciera que el problema sigue siendo (el exministro de Seguridad Marcelo) Sain.
En suma, falta más generosidad política. Por eso el debate por seguridad se volvió vacío, porque importa más lo accesorio y se descuida lo principal. Y quiero ser honesto: no es patrimonio exclusivo de ninguna fuerza política. No hay malos y buenos, pero la coyuntura nos demuestra que así no se puede más.
—¿Y con el gobernador se sienta a hablar?
—Siempre tiene que haber posibilidades para el diálogo. Con el gobernador dialogamos cada vez que nos llama, porque es él quien tiene la responsabilidad de conducir políticamente a la provincia. Pero aún en momentos en que no nos llamó, desde nuestro espacio intentamos dialogar. Creemos que es auspicioso sentarse con todos.
Y particularmente hacia dentro del peronismo, es importante plantear una estrategia electoral acerca de qué queremos incorporar para mejorar la vida de las y los santafesinos. Me da la impresión de que no vamos a poder hacerlo a través de slogans de campaña o de iniciativas crativas de marketing. Tiene que ser nuestra gestión lo que de pruebas de lo que tenemos para aportar.
También entiendo que a veces se debe tener autocrítica. Se gana mucho haciéndolo, porque la gente confiará más en tu palabra.
—Carlos del Frade, también legislador provincial, lo postuló hace pocos días como su preferido para la gobernación: ¿qué lectura hace de estos posicionamientos no peronistas?
—Tenemos que hablar con todas y todos los que sientan que en la Argentina hay mucho en juego, principalmente desde el rol del Estado y la construcción de lo colectivo como una manera de generar comunidad. Obviamente que la ideología tiene una brújula que marca hacia dónde ir, pero hay que excederla.
Tenemos una relación de muchos años tanto con Carlos del Frade como con un grupo de compañeros y compañeras que militan las causas populares y progresistas. Me siento muy agradecido de que él diga públicamente que yo debo ser gobernador. Es lógico que quisiera que él me acompañe, por eso espero que sea una discusión a dar en los próximos tres o cuatro meses.
De todos modos, es muy interesante que estos sectores se muestren abiertos al debate. Vengo hablando con mucha gente de los sectores más de “izquierda”, quienes por lo general plantean cuestiones relacionadas a la soberanía del río Paraná y de nuestros recursos naturales. Son puntos comunes sobre los que tenemos que ponernos de acuerdo.
Necesitamos de una charla que valga la pena, más allá de lo que luego se termine dando a nivel electoral.
—¿Qué provincia crees que va a recibir el próximo gobernador?
—En términos económicos y financieros va a recibir una buena gobernación quien suplante a Omar Perotti. Una provincia ordenada y funcionando, con una deuda muy baja con respecto a otros distritos, con cuentas fiscales y financieras saneadas. A diferencia de lo que ocurrió con el mismo Perotti, porque la gestión anterior acarreó una importante deuda, aunque no impagable.
Dicho esto, aspiro a que la provincia del próximo gobernador se encuentre con escuelas en mejores condiciones, con docentes cobrando bien, con los trabajadores públicos y privados bajo una buena situación, con las industrias a punto, y con plena ocupación y proyección de futuro.
El único tema que debería quedar pendiente es el de la seguridad, por todo lo que ya charlamos. Lo demás es apostar a achicar algunos mecanismos que quedaron alejados por la falta de vocación política del gobierno.
—¿El peronismo se replantea alguna estrategia a partir de la conformación del frente de frentes?
—El frente de frentes o alianza macrista es un hecho que más temprano o más tarde se iba a dar. La Argentina atraviesa un proceso político binario desde hace 20 años a nivel nacional, que empezó a tener un replique más fuerte en nuestra provincia en el último tiempo. De este modo, las fuerzas más caracterizadas del macrismo fueron absorviendo los pedazos de las otras fuerzas políticas no peronistas.
Hoy tenemos una alianza macrista conducida por el Pro, los radicales y el socialismo, y frente a eso debemos construir una alternativa popular, progresista y peronista que permita diferenciarse de sus propuestas.
La alianza macrista tiene un antecendente bastante negativo en la provincia de Santa Fe. Durante la gestión de Mauricio Macri se perdieron 14 mil puestos de trabajo en el sector privado, se cerraron 2700 empresas, se perdieron muchísimos recursos cuando (Miguel) Lifschitz firmó el pacto fiscal que bajó los ingresos brutos y que además nos obligó a ir perdiendo recursos. También se perdió la famosa dedua que luego cobraría la administración de Alberto Fernández. En suma, fue una provincia diseñada con muchísima complejidades económicas pero que tampoco abordó el tema de la seguridad.
En cambio, hoy tenemos una provincia que recuperó los indicadores sociales y económicos, con buenos niveles, que no pudo resolver la cuestión de la seguridad pero que debe tener una mirada distinta respecto del rol del Estado en la economía, con los trabajadores y sobre la posibilidad de generar futuro.
El problema de gobiernos como el de Macri, que busca replicar el frente de frentes, es que la sociedad termina con un porcentaje bastante efímero viviendo como quieren mientras el resto lo hace como puede.
—Sos oriundo de la ciudad de Santa Fe: ¿cómo la ves?
—La veo muy bien, y eso que suelo hacer más foco en las cosas que faltan por encima de las que hay. Es una ciudad que creció mucho en los últimos 10 años y que tiene mucho para seguir creciendo. Me animo a decir que tiene más perspectiva de crecimiento que Rosario.
Dependerá de dos factores: planear los próximos 20 años de crecimiento y construir una alianza estratégica entre la política y los sectores de la burguesía santafesina, que son muchos y aportan más. El empresariado santafesino es comprometido, fuerte y apuesta por lo local. Invierten en construcción, fábricas y negocios locales.
Por eso veo una Santa Fe que tiene por primera vez la posibilidad de perfilar una ciudad distinta. La ciudad cordial era una ciudad del status quo: del Club del Orden, del centro histórico, del sur… pero hoy nos encontramos con una ciudad más revolucionada y que discute mucho más sobre el centro y el norte.
Siento que todos esos sectores que hoy están invirtiendo en la ciudad esperan de un mayor liderazgo político. Un liderazgo que les habilite las condiciones para aportar a una ciudad previsible y que crezca. Puede ser mucho más grande de lo que es, y por eso acá también vamos a tener una propuesta política.
—¿Tenés algún candidato favorito para que el peronismo vuelva a la intendencia?
—Tenemos muchos candidatos capaces de hacerlo, pero me inclino por el concejal Federico Fulini. Es un pibe con mucha experiencia y que trabaja de forma muy interesante en el Concejo.
Hay que ver si quiere ser intendente, pero más allá de lo electoral lo referencio como una persona capaz de liderar una generación de chicos y chicas que puedan rediscutir la ciudad.