Historias de vida que vale la pena dar a conocer. Richard Pintos es oriundo de Salto Grande, en el vecino país de Uruguay, y esta semana estuvo de visita en Casilda. Pasó por los estudios de la emisora y contó su experiencia como miembro de los Cascos Azules, las fuerza de la paz que tiene Naciones Unidas para mediar en los conflictos bélicos.

Pintos tuvo cuatro mese de entrenamiento en su tierra natal y luego se alistó para las misiones de ayuda humanitaria. Los Cascos Azules son un cuerpo que viaje a diferentes zonas del globo terráqueo en el que existe una guerra declarada entre dos partes. "Nuestra primera misión cuando llegamos a un lugar de conflicto es tratar de lograr el desarme de ambos bandos. Generalmente se hace intercambiando víveres por las armas", relató.

Posteriormente, se lleva adelante la tarea de acuartelamiento. Es decir, el momento en que se intenta un diálogo entre los bandos. Claro que eso no siempre es sencillo, y por el contrario es sumamente desgastante. Por ejemplo, en 1996 estuvo dos años en Angola por la guerra civil que se desató en ese territorio. Admitió que "había balas pasaban por encima de la cabeza" y, además, tenían que detectar minas para no volar por los aires.

"Lo peor de la guerra es el después, lo que deja. Familias destruidas, se colapsa todo y la sociedad deja de existir. Hay hambrunas y enfermedades. A mi me cambió la vida trabajar en misiones de paz. Entendí lo que es la miseria de verdad", contó con crudeza el entrevistado. Quien también prestó servicio en Camboya y Mozambique, entre otros sitios destacados.

Por otra parte, Pintos tiene recuerdos de haber conocido figuras públicas sumamente destacadas. Por ejemplo, a la princesa Lady Di y la Madre Teresa de Calcuta. De ésta última fue chofe por once días. "Una experiencia que me enorgullece. Recorrimos hospitales en medio de la selva donde había personas que morían de lepra o malaria. Ver a esa mujer ayudar al prójimo, es impagable", cerró. Pintos.

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