La II Guerra Mundial: El lado oscuro de la raza humana
JONATAN MOYANO
El pasado 9 de agosto se cumplieron 78 años del lanzamiento de la segunda bomba atómica hacia Japón, dando así finalización a la II Guerra Mundial. El 9 de agosto de 1945 el ejército estadounidense da inicio al segundo bombardeo atómico de la historia, siendo la ciudad japonesa de Nagasaki el blanco del ataque.
La II Guerra Mundial fue el mayor conflicto bélico de la historia de la humanidad. Tuvo inicio el 1 de septiembre de 1939 con la invasión de Alemania a Polonia y finalizó el 9 de agosto de 1945 con la caída de la bomba atómica sobre Nagasaki. En esta conflagración se vieron implicadas todas las potencias, las cuales se dividían en dos bandos: por un lado se encontraban los Aliados, que contaban con la presencia principalmente de Francia, Reino Unido, y más tarde la Unión Soviética y Estados Unidos. Por otro lado, estaban las Potencias del Eje, protagonizadas por la Alemania Nazi, Italia y el Imperio Japonés.
En esta contienda, tuvieron lugar las mayores aberraciones que se pudieron ver hasta nuestro presente. Dejando un saldo de aproximadamente 70 millones de muertos, se vieron algunos hechos como: bombardeos diarios hacia civiles en distintas ciudades, diferentes tipos de crímenes de guerra, exterminios masivos en campos de concentración y la utilización de todo tipo de armas en contra del enemigo.
Por su parte, Alemania desarrolló un tipo de batalla nunca antes vista, denominada “Guerra Relámpago” en la que en cuestión de días lograron tomar gran parte de Europa Occidental. Luego de la toma de Francia, los británicos que luchaban en suelo francés, emprendieron la retirada hacia su país debido a que se encontraban acorralados por la fuerza enemiga. Ante la ocupación de tierras francesas, Hitler estaba decidido a invadir la isla británica; aunque su poderío llegó a ser muy grande, no pudo cumplir con esta tarea.
Por otro lado, en el año 1941, da comienzo la Operación Barbarroja, en la que Alemania decide irrumpir en territorio soviético, rompiendo los pactos políticos que había entre estos dos. De ahí que la potencia soviética determina dar comienzo a su participación en la guerra, uniéndose a los Aliados. Este movimiento significó una gran cantidad de bajas para uno y otro, siendo la más grande suma de fallecidos en una batalla hasta el momento.
Ataque a Pearl Harbor: El despertar del “Gigante Dormido”.
Desde el año 1937 en adelante, el Imperio Japonés inició una campaña de expansión en la que en un principio invade Indochina. Ante este hecho, Estados Unidos le impone una sanción bloqueando los suministros petrolíferos debido a que el país norteamericano mantenía intereses en el territorio invadido por los japoneses. Producto del castigo, el 7 de diciembre de 1941 emprendieron una ofensiva sorpresa a la base naval de los norteamericanos en Pearl Harbor (Hawái), con la intención de que la flota enemiga no intervenga en sus asuntos, y de esta manera, arruine los proyectos de invasión del Imperio de Japón en el sureste Asiático. Esto concluyó con el hundimiento de parte importante de la flota de los americanos, lo que aparentaba una destrucción total de su marina.
Sin embargo, no fue así, sino que provocó que Estados Unidos concrete la ruptura de la postura de no intervención en el conflicto, y de este modo que se convierta en aliado principal de Francia, Reino Unido y la Unión Soviética, declarando la guerra al Imperio Japonés y a las Potencias del Eje.
De esta manera comienza el movimiento naval estadounidense hacia las islas del Pacífico, las cuales estaban ocupadas en su mayoría por el Imperio Japonés. En dicha batalla se empleó un nuevo modo de lucha en el que las unidades navales no se veían cara a cara, sino que mediante portaviones desplegaban ataques para bombardear la flota enemiga desde el aire.
Luego de idas y vueltas a base de ataques aéreos y terrestres, donde una gran cantidad de combatientes y civiles perdieron la vida en ambas facciones, Estados Unidos logra imponerse en diversas islas ocupadas por el imperio nipón. Es así como en 1944, incrementan, en las fuerzas aliadas, las iniciativas de desembarcar en Japón; de esta forma desempeñan un desembarco en la batalla de Iwo Jima y Okinawa, consiguiendo en 1945 la victoria en estas islas circundantes al territorio japonés.
Las bombas atómicas: Destrucción total.
Mientras que en Europa, las fuerzas Aliadas en manos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, obtenían adentrarse en la frontera occidental de la Alemania Nazi; en el frente oriental la Unión Soviética, alcanzaba la conquista de Berlín, logrando la rendición del nazismo y el fallecimiento de su líder Hitler.
En cambio, en el frente del Pacífico, los Aliados mantenían rodeado completamente a un Imperio Japonés reacio a rendirse; fue así que resolvieron bombardear Tokio; lo cual no influyó en nada a los nipones, ya que mantenían la resistencia a la rendición. Por consiguiente, la invasión continuó posponiéndose debido al costo económico y militar que esta demandaba. Ante el rechazo del ultimátum propuesto por los Aliados, el 6 de agosto de 1945 se realizó una de las mayores aberraciones en la historia de la humanidad: un bombardero estadounidense, lanzó una bomba atómica que se venía gestando hace tiempo, sobre la ciudad de Hiroshima, dejando un saldo de aproximadamente 120.000 muertes. Sin embargo, la negativa de sumisión por parte de Japón seguiría vigente.
Como consecuencia, el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos ejecuta el segundo bombardeo atómico en la ciudad de Nagasaki, dejando sin vida a 70.000 civiles más. Como resultado de este hecho, el Imperio Japonés se rinde unos días más tarde, dando finalización a la guerra más sangrienta de nuestra historia. Asimismo, la detonación de esta arma nuclear que alcanzó varios kilómetros más allá del lugar de explosión, causó secuelas irreversibles en los ciudadanos que residían allí, las cuales inclusive se manifiestan hoy en día.