El homenaje de Gabi Griffa a un ícono casildense
El ilustrador y muralista llevó adelante un nuevo trazo para darle vida a un personaje pintoresco que habitó las calles de la ciudad. Se trata de Adelqui Agustín Storani, aunque particularmente nadie lo conocía por el nombre que figuraba en su DNI. Para el colectivo popular fue, es y serán el mítico Testón.
El dibujo que llevó adelante el joven que destaca por su arte del tipo hiperrealista, realza la figura del 'linyera' y está acompañado por un texto que surgió de una investigación que desarrolló una profesora.
Tal cual nos tiene acostumbrado Griffa, el papel parece tener vida propia. Hace foco sobre el rostro de un Testón despeinado, cautivado por el sol que tantas veces los abrigó en la puerta de la Parroquia san Pedro y con su mirada perdida entre quienes lo ignoraban y otros que se acercaban tímidamente a dialogar con él. ¿En qué pensaba? ¿Qué estaba mirando?
A continuación transcribimos el texto que acompaña tan hermoso dibujo y que desmitifica algunos rumores, como creer que el Adelqui venía de una familia refinada.
Dice la leyenda urbana que de joven fue un muchacho muy bien vestido, que estudiaba y trabajaba en un banco y que, por causa de un desamor, se echó al abandono.
Para saber un poco más sobre su historia, estuvimos investigando un poco más sobre su vida. Hablamos con algunos de sus familiares y nos contaron que lo que se dice, no es verdad. Nos dijeron que él pertenecía a una familia muy humilde. El nombre de Testón era Adelqui Agustín Storani, fue muy poco tiempo a la escuela “San Martín”, trabajó en una carbonería, luego como mozo en una parrilla de la familia Genaro y por último, con un camión atmosférico de los hermanos Ríos. También nos contaron que le gustaba mirar juegos de bochas y jugar a la quiniela; tenía su número favorito “el 814”.
Se había puesto de novio con una chica que vivía enfrente del Parque Municipal. Esa chica y su familia se fueron de Casilda y él quedó inmerso en una depresión.
La familia de Adelqui, vivía en la esquina de las calles Mitre y Bolívar. Enfrente de su casa había una mujer que gustaba de él y tuvieron encuentros amorosos, pero Testón seguía enamorado de su novia. Algunas versiones cuentan que esa mujer le hizo un mal y de ahí en más, él se echó al abandono y comenzó a deambular por las calles de la ciudad, durmiendo afuera de la iglesia, pasando a la intemperie días de lluvia, frío y calor. La gente le dejaba comida y los bomberos lo bañaban.
Su familia lo había internado en un hospital psiquiátrico en Rosario, pero él se escapó, aprovechó la hora de visita y se fue. Volvió caminando hasta Casilda y así siguió viviendo en la calle. Eso le sucedió cuando tenía más o menos 30 años.
Murió una noche de mucho frío, lo encontró un hombre que pasaba por ahí y le dejaba cigarrillos. Lo quiso despertar, se dio cuenta de que no reaccionaba y llamó a la policía.
Testón, el “linyera” más conocido de Casilda, forma parte de la historia popular de la ciudad.