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Las reacciones que puede tener un ser humando ante el peligro son impredecibles. Una mujer que estaba atendiendo un kiosco en el radio céntrico de la ciudad fue víctima de un robo el martes por la noche. Lo más increíble del hecho, es que la señora atinó a defenderse, como pudo, en cuanto se dio cuenta que un par de jóvenes intentaron meter las manos en la caja registradora.

Por lo que pudo observar la víctima, los dos ladrones eran menores de edad. Ingresaron al local cerca de las 19.30 con la excusa de comprar algo. Rápidamente, la kiosquera se dio cuenta de las malas intenciones y en cuanto giró para buscar la mercadería, uno de ellos abrió la caja registradora y alcanzó a tomar algunos billetes de poco valor. En pocas fracciones de segundos, la mujer tomó dos paquetes de galletitas que tenía a mano y los arrojó en los rostros de los jóvenes. Posteriormente, los mimos se fueron corriendo.

No se radicó la denuncia puesto que esta persona consideró que la policía no tendría elementos suficientes para detenerlos. Además, ya había sufrido una situación similar en el pasado que quedó en la nada. Si bien prefirió no brindar testimonios a la prensa, contó off the record que a partir de ahora mantendrá las puertas de su comercio cerradas y sus clientes deberán golpear antes de ingresar.

En la misma cuadra

Al ilícito ocurrido el martes, se sumó otro hecho lamentable apenas unas horas después. El miércoles, luego de la hora de la siesta, una persona se dirigía a abrir las puertas de su comercio que se encuentra frente a su domicilio particular. En ese corto trayecto, un sujeto pasó corriendo, la empujó y le arrebató su cartero. Más allá de la pérdida material, lo grave del asunto es que la caída le provocó un corte en su cuero cabelludo. De todas maneras, se encuentra fuera de peligro.