En marzo de 2020, antes de que se expandiera la pandemia de coronavirus, ya había sobradas muestras de la otra pandemia, aquella que termina con la vida de una mujer por día en nuestro país. Así, la madrugada del primero de marzo, trajo el horror a la capital catamarqueña. 

El caso

Naim Vera Menem, un joven de 19 años, se encontró con Brenda Gordillo con quien mantenía una relación en un dúplex propiedad de la familia de él. Allí, luego de una supuesta y violenta discusión debido a que Brenda creía estar embarazada y se negaba a abortar, Naim la mató. 

Pero el horror no termina ahí. Luego de asesinarla, Naim colocó el cuerpo de Brenda en una parrilla y lo desmembró en el fuego. Puso sus restos en bolsas, algunas que descartó en un contenedor cerca del domicilio y otras que desechó al costado de la ruta provincial N°4, a kilómetros del lugar donde ocurrieron los hechos. 

En el camino de regreso, Vera fue detenido por personal de la policía caminera y expresó, con suma tranquilidad que "venía de dejar a su novia" y que se dirigía a su casa. 

Al día siguiente, se presentó con sus padres y su abogado para confesar el crimen y expresó que, luego de la pelea, Brenda habría caído por las escaleras y había muerto en el acto producto del golpe. Sin embargo, la autopsia reveló que su muerte había sido por asfixia. Naim había introducido un trapo en su boca y había terminado así con su vida. 

El juicio

Finalmente, luego de un juicio que contó con decenas de testigos y pruebas irrefutables, Naim Vera Menem fue condenado este viernes a cadena perpetua por homicidio doblemente calificado por mediar relación de pareja y por femicidio. De quedar con sentencia firme, deberá pasar 50 años encerrado sin ningún tipo de beneficio. De esta manera se convierte en el femicida más joven en tener una sentencia de tal magnitud y podría recuperar la libertad recién a los 70 años de edad. 

Brenda

Brenda tenía 23 años y había confesado estar enamorada de Naim. El dolor de su familia y de sus amigas es inconmesurable, pero este fallo de la Justicia es importante para su historia y para la historia del feminismo que, aunque no deja de llorar hermanas, transforma ese dolor en motor, en lucha y en un abrazo colectivo. Seguimos de pie, por todas.