El viernes 24 de julio del 2020, Julieta Del Pino salió de trabajar unos minutos antes de la medianoche y emprendió su regreso a casa. Antes, le envió un mensaje a su madre para que le calentara la comida, pero nunca llegó. 

Cerca de las 23:30, unas cámaras de seguridad la registraron cruzando las vías del pueblo montada en su bicicleta, a escasos metros de su casa. Sin embargo, antes de llegar fue interceptada en las calles de Berabevú por Cristian Romero, un joven de 28 años que trabajaba con el hermano de Julieta.

En un primer momento, el joven negó cualquier vinculación con el caso, pero cuando la policía realizó un allanamiento en su casa, vieron una carpeta de cemento nueva que les llamó la atención y apenas la rompieron encontraron el cuerpo de Julieta.

La autopsia determinó que murió producto de golpes y estrangulamiento. El femicida Romero le causó muerte por asfixia, no se registraron herida de bala o de arma blanca como tampoco rastros de abuso sexual.

Hoy se cumple un año de aquella pesadilla y el recuerdo de Julieta está más vigente que nunca. Porque no solo es una amiga, una hija, una hermana menos sino que es una víctima más. Otra vez, como cada vez, un hijo sano del patriarcado obra como tal, destapa su faceta femicida y termina con la vida de una mujer que simplemente le dijo que no. Berabevú es un pueblo de apenas dos mil habitantes y el ejemplo claro de que la violencia de género llega a cada rincón, por más remoto que sea. 

Sus familiares y seres queridos, sus amigos y amigas, recuerdan a Juli en cada paso y eso, junto con la lucha incansable para que se haga justicia, es mantenerla con vida. 

El recuerdo de Juli 

En su pueblo realizaron un mural artístico para recordarla. "Surgió a partir de las ganas y del espíritu de mantener viva la memoria de Julieta a partir de las reuniones con el grupo de mujeres organizadas y autoconvocadas, de su mamá Fabiana, parte del equipo de Desarrollo Social de la comuna y de las ganas de quien les habla", contó en su momento el Jefe Comunal de Berabevú, Tomás Sorribas. 

Sobre el mural: "se puede ver una joven andando en bicicleta con alas, se puede ver también un perrito que la está siguiendo que es el perrito de Julieta y que tanto amaba, un colibrí que la recuerda a Fabiana, la mamá, quien cuenta que todos los días la visita un colibrí y siente una conexión muy fuerte, flores de color azul, que son las que tenía en su vestido de graduación y que se lo hizo su mamá".