El inmueble tiene una historia de más de 300 años. Según el arquitecto Luis María Calvo, es la casa más antigua del país que aún se mantiene en pie, aunque no en su totalidad. Fue construida luego del traslado de la ciudad en 1660. En 1662, Francisco de Oliver Altamirano adquirió el terreno y levantó las primeras estructuras: cuatro aposentos de tapia y techo de paja, dispuestos de este a oeste, con un patio que separaba la calle de las habitaciones.

En 1682, la casa fue comprada por Juan de los Ríos Gutiérrez, tesorero de la Real Hacienda, quien amplió la propiedad. En 1716, tras una investigación por supuestas irregularidades, el Estado español embargó sus bienes. Aunque siguió viviendo allí hasta su muerte, la casa pasó a manos del Estado y fue rematada en 1742 en Buenos Aires. Fue entonces cuando Bartolomé Diez de Andino, comerciante de yerba, azúcar, tabaco y ganado, adquirió la propiedad y la expandió hasta abarcar un cuarto de manzana.

La estructura fue transformándose con el tiempo. Se construyeron nuevas habitaciones al frente, hacia las actuales calles San Martín y 3 de Febrero, y se agregaron más patios interiores. Sin embargo, el núcleo original —la tira de habitaciones construida por Altamirano— se mantuvo como centro de la casa.

En el siglo XIX, tras la muerte de Manuel Ignacio Diez de Andino, hijo de Bartolomé, la propiedad se dividió entre herederos. En 1840, la vivienda estuvo en riesgo de ser demolida por obras del llamado Parque Cívico del Sur. La demolición comenzó y se perdió aproximadamente la mitad de la construcción. Fue el doctor Juan Maciel, casado con una descendiente de la familia, quien frenó el proceso tras enviar una carta al gobernador, advirtiendo sobre la importancia histórica del edificio. Esa acción salvó lo que hoy se conserva.

Años más tarde, la casa fue destinada a convertirse en Museo Histórico Provincial. Entre 1976 y 1981 se realizaron tareas de restauración para recuperar parte de su estructura, como los corredores exteriores, recreados con columnas de madera. Hoy, el museo alberga mobiliario original de la familia Diez de Andino y objetos de época que permiten entender cómo vivían los primeros santafesinos.

“El museo tiene un doble patrimonio: el de los objetos que conserva y el de la propia casa”, señaló el arquitecto Calvo. Además, destacó que en los últimos años creció la conciencia ciudadana sobre el valor de este tipo de lugares, no solo como memoria e identidad, sino como espacios integrados a la vida cotidiana.

La Casa de los Diez de Andino es uno de los patrimonios arquitectónicos más importantes de la provincia de Santa Fe y del país, junto a otras construcciones históricas como la Casa del Brigadier y la Casa de los Aldao.