La guerra de los 100 Años: Inglaterra y Francia, una enemistad incesante
La Guerra de los 100 años fue una batalla que se libró en Europa Occidental a finales de la Edad Media y tuvo una duración de 116 años. En ella se vieron en jaque los intereses de dos de los reinos más importantes de aquel entonces.
JONATHAN MOYANO
La Edad Media en Europa y un cambio radical en la vida de las personas.
El comienzo de la Edad Media se data en el 476 d.C. luego de la caída del Imperio Romano de Occidente; y tiene finalización en 1492 con la llegada y conquista de los españoles a América. Sin embargo, algunos autores consideran a la caída de Constantinopla en manos de los otomanos como el final de dicha época, que además coincide con la invención de la imprenta y el fin de la Guerra de los 100 años.
En ese entonces, Europa se dividía en dos: por un lado se encontraba el Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino que logró mantenerse por 1000 años más; y por el otro lado se hallaban, en Europa occidental, diversos pueblos germánicos que fueron adaptando el derecho romano y el cristianismo como religión oficial, formando así numerosos reinos.
Este periodo se caracterizó por contar con un modo de producción feudal, basado en un sistema de vasallajes. Es decir, el feudalismo se basaba en una serie de lazos y obligaciones que mantenían compromisos entre un vasallo, quien juraba fidelidad a un “señor”. Éste le brindaba apoyo militar y consejo político a su superior y recibía a cambio un beneficio, que habitualmente era la jurisdicción sobre la tierra de su señorío. De esta manera se estableció una red piramidal de vasallaje, debido a que un vasallo podía prestar protección a otros señores.
La base de la economía feudal, fue completamente contraria a la del ya inexistente Imperio Romano de Occidente. Anteriormente el estado romano se basaba en el poder central de un vasto territorio, mientras que en el medioevo se basó en vínculos personales fragmentados en los feudos, donde los señores legislaban, imponían impuestos, y administraban justicia.
Al disminuir el comercio y la circulación monetaria, la agricultura se convirtió en la base de la economía donde la vida rural predominó por sobre la urbana. Las ciudades medievales fueron creciendo de manera progresiva, las cuales se encontraban protegidas por fuertes debido a la amenaza de ataque de otros reinos.
El inicio de la guerra: Los intereses de los poderosos.
El territorio era uno de los recursos más importantes de la Edad Media. Por este motivo, las batallas entre los reinos por la conquista de tierras fueron permanentes durante esta etapa; un ejemplo de estas disputas se ve reflejado en la Guerra de los 100 Años.
En 1328 el rey francés Carlos IV falleció sin herencia. En efecto, Eduardo III, rey de Inglaterra y sobrino de Carlos, consideraba que tenía derecho al trono en Francia. A pesar de ello, los nobles franceses le negaron la corona y coronaron a Felipe VI, quien era primo del anterior mandatario.
Eduardo III aceptó tal hecho, hasta que los franceses confiscaron Aquitania, la cual era una fracción de territorio inglés en suelo francés. Como resultado, en 1337 los ingleses le declararon la guerra a Francia e iniciaron una batalla naval en la que salieron vencedores.
La Peste Negra: Una de las pandemias más mortíferas de la historia de la humanidad.
Mientras transcurría la Guerra de los 100 años, llegó a Europa Occidental, a través de barcos provenientes de Asia, una enfermedad que afectó a gran parte de la población y fue reconocida mundialmente como “la Peste Negra”. Esta produjo que la guerra se mantenga en pausa ya que tuvo su pico en esos años y, tanto nobles como campesinos se vieron damnificados. Inclusive ambos reinos tuvieron un sinfín de revueltas campesinas por causa de los impuestos que generaban los costos de guerra. Al mismo tiempo, otras crisis azotaron estos territorios debido a una pequeña edad de hielo que provocó escasez de cultivos.
No obstante, en 1355 los ingleses retomaron sus incursiones en Francia y vencieron a sus enemigos en diversas batallas, obteniendo la conquista de gran parte del territorio francés.
Más tarde, en el año 1377 fallecieron Eduardo III de Inglaterra y su heredero al trono, por ende el poder debió ser cedido a su nieto. A pesar de ello, por un tiempo, el reinado fue ejercido por un consejo de nobles a causa de que el futuro rey contaba tan solo con diez años de edad. De este modo, el parlamento fue adquiriendo poder. Por otra parte el rey Carlos V de Francia de igual forma había fallecido y su sucesor también resultaba ser un niño; fue por esas razones que la conflagración estuvo prácticamente paralizada.
En 1399, Enrique IV derrocó al vigente rey de Inglaterra Ricardo II. Este fue considerado rey ilegítimo por algunos nobles que encabezaron numerosas rebeliones; a pesar de esto logró mantenerse en el cargo y finalmente falleció en 1413. Como consecuencia, asumió al poder su hijo Enrique V, quien en 1415 desembarcó en Normandía y continuó con el asedio en Francia alcanzado la victoria en diferentes batallas.
En virtud de los constantes triunfos de las fuerzas inglesas, ambos reinos firmaron un tratado de paz en beneficio de Inglaterra; por lo que el gobernante inglés contrajo matrimonio con la hija del rey francés Carlos VI y finalmente Enrique V de Inglaterra se declaró heredero legítimo de la corona francesa. Esto generó descontento en Carlos VII, hijo del rey Carlos VI de Francia, quien fue desheredado de sus poderes completamente; por esta razón en 1422, luego del fallecimiento de su usurpador organizó una revuelta y se proclamó monarca de Francia.
Juana de Arco, la heroína que apareció para revertir la situación.
Para 1429, las tropas inglesas lograron sitiar París y Orleans. Ante tal escenario, una campesina se presentó a notificarle al rey Carlos VII que Dios le comunicó que debían expulsar a los ingleses de Orleans. De esta manera, el mandatario la puso al frente de su ejército para realizar el cometido; esta aldeana era nada más que Juana de Arco. Así mismo, consiguieron detener el asedio inglés en dicha ciudad, pero dos años más tarde en una nueva incursión, Juana de Arco fue capturada y ejecutada públicamente en la hoguera por los ingleses.
La influencia de la muerte de esta guerrera provocó fortaleza en los soldados franceses, y en 1436 obtuvieron la reconquista de París que se encontraba apropiada por los comandados por Enrique VI de Inglaterra. Posteriormente en 1450 las fuerzas de Carlos VII recuperaron el territorio normando tras 30 años de ocupación inglesa. Finalmente, con las fuerzas enemigas devastadas, los franceses recobraron el territorio de Guyena que los ingleses ocuparon durante 300 años, dando así finalización a la Guerra de los 100 Años.
Desde la conquista de Inglaterra a Normandía en el año 1066, aproximadamente 300 años antes del inicio de la Guerra de los 100 Años, los conflictos y tensiones con Francia continuaron hasta casi 800 años más tarde, en las guerras napoleónicas, precisamente en la batalla de Waterloo en 1815. Las disputas por el poder y el territorio influenciaron en el estallido de contiendas bélicas entre ambos reinos, siendo la Guerra de los 100 años la más larga que batallaron. Tal lucha duró exactamente 116 años, y el fin de ésta marcó el inicio de la conclusión de una era (la Edad Media).