Opinar sobre el cuerpo de los demás: eso tiene que cambiar ya
Como es habitual, les comparto mi columna en Radio Casilda. En esta oportunidad, sobre las alusiones físicas a la hora de dirigirnos hacia otra persona
El tema de las alusiones es algo que no comparto en absoluto al tener que referirme a alguien. "El flaco alto aquél", "el gordito petizo", "la chica rellenita" y otras tantas expresiones que muchas veces, causan daños a pesar de que la otra persona parezca no sentirse "tocada".
Entiendo que estamos en el año 2020, lo ideal sería dejar de opinar sobre el otro. Deberíamos erradicar comentarios sobre el cuerpo de los demás e incluso remarcárselo a un amigo o amiga en el caso que lo haga.
¿Por qué se cree que "la flaca" está feliz con su cuerpo mientras "la gorda" está mal? Quiero proponer que no opines sobre un cuerpo que no es el tuyo. Incluso, una de las técnicas que se suelen usar es repetir: "No necesitamos tu opinión, no te la pedí, tengo espejo".
Y es verdad que en ocasiones uno puede pensar que lo que dijo no fue tan grave, pero lo real es que nunca vas a saber con exactitud lo que significó para la otra persona. Es que, usar la forma o tamaño corporal de una persona como insulto o simplemente como referencia, genera más daño del que te imaginas.
Aquí aparece un término más que conocido: empatía. ¿No es todo lo ya mencionado motivo como para dejar de usar estos términos? Cada persona pelea una batalla por dentro de esos "estás más gordita" o "no tengo ropa tan grande".
¿Cómo no sentirse disconforme con un cuerpo normal si todo el tiempo nos viven bombardeando con "cuerpos perfectos". Hombres y mujeres marcados, con abdominales y sin grasa; delgadez extrema y cuerpos súper musculosos.
Hay que estar muy fuertes de mentes para convivir con esta sociedad que nos impone un estándar de belleza determinado. Te comparan con modelos de revistas o de televisión, y por eso sostienen que tu propio cuerpo es "el que está mal". Y no es en absoluto así.
Mi recomendación es que sean ustedes mismos, traten de querese como son, de vivir sanos, de disfrutar de los que les gusta pero siempre cuidando el equilibrio. Cuando ya no estén, no los van a recordar por el cuerpo que tuvieron sino por sus valores, por los que dejaron y por los logros de su vida. Amá el cuerpo que tenés mientras trabajás por el que querés.