Las vacaciones de invierno de 2024 dejaron un impacto económico significativo, aunque menor en comparación con el año anterior. Según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), el gasto total de los turistas alcanzó los $1,2 billones, un 22% menos que en 2023 a precios constantes.

Este año, 4,9 millones de turistas recorrieron el país durante el receso invernal, lo que representa una disminución del 11,9% respecto al año anterior. La estadía media de los viajeros también se redujo, pasando de 4,5 días en 2023 a 4,1 días en 2024. El gasto promedio diario fue de aproximadamente $60 mil, un 3% inferior en términos reales al de la temporada pasada, teniendo en cuenta la inflación.

El análisis de CAME, basado en información proporcionada por entidades provinciales y municipales, revela un mes de bajo consumo en actividades turísticas, con un público fiel a la nieve que acortó sus estadías pero continuó visitando los centros de esquí. Las zonas de playas registraron menos concurrencia debido a un invierno particularmente frío, mientras que destinos termales, de montaña, nieve y campo fueron las opciones preferidas.

En términos culturales, se observó una disminución en los encuentros musicales y las fiestas populares, con una menor presencia de bandas con convocatorias masivas. No obstante, las competencias deportivas fueron abundantes y atrajeron a muchos visitantes.

El desdoblamiento de las vacaciones escolares permitió una distribución más equitativa del flujo de turistas, evitando la sobrecarga de las rutas nacionales. A diferencia de otros años, no hubo incentivos adicionales como el programa Previaje, lo cual también influyó en la dinámica del turismo invernal.

Muchas ciudades compararon los resultados de este invierno con los obtenidos en la prepandemia, entre 2017 y 2019, buscando entender las nuevas tendencias y adaptarse a las cambiantes preferencias de los viajeros.

En resumen, las vacaciones de invierno 2024 reflejan un escenario de ajuste y adaptación en el turismo nacional, con una disminución en el gasto y la afluencia de turistas, pero con una resiliencia notable en la preferencia por destinos tradicionales y actividades deportivas.