"Cuando iba a la escuela sufrí todo tipo de agresiones físicas y verbales, de niño tuve que empezar a practicar artes marciales para poder defenderme; como sociedad necesitamos reconstruirnos desde la empatia", expresó Augusto Albornoz, el joven casildense que pudo cambiar su identidad en el 2018 gracias a la Ley 26.743.

El derecho a la identidad de género sancionada en el 2012 fue un gran paso, pero la lucha para terminar con los estigmas sociales continúa. "Mi familia, principalmente mi madre me apoyo de forma incondicional siempre, me considero una persona con mucha suerte. Hay jovenes que no consiguen laburo y que los expulsan de la casa; yo soy afortunado", contó Albornoz en una nota exclusiva con Radio Casilda. 

Hoy con 20 años se hizo fuerte, pero la niñez no fue fácil. "Cuando tenía 4 años no me gustaban las muñecas, quería jugar a la pelota y vestirme de otra manera. Soñaba con llamarme Facundo y no Ana, como me pusieron cuando naci" relató, con palabras firmes, el joven trans que visibiliza su historia en busca de igualdad para sus pares. 

"La adolescencia es una etapa compleja, tenia un cuerpo que no me pertenecia, logré operarme y hacerme fuerte gracias a Dios y a mi madre. En el 2018, cuando tenia 18 años, mi nuevo documento mostró mi verdadera identidad: Soy Augusto ", asi cerró, entre relatos sólidos, su historia convencido que el camino es árduo, pero no imposible.

Desde la sanción de la ley 26.743 -el 9 de mayo de 2012-, más de 10 mil personas trans lograron acceder al reconocimiento de su identidad en el DNI, entre las que se cuentan alrededor de 2000 infancias y adolescencias trans.

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