La irresponsabilidad de unos pocos que afecta a la sociedad entera
La sequía que golpea a la región, como por ejemplo en Los Molinos, se suma a la falta de compromiso de unos pocos que deciden hacer fuego, sin pensar en todo lo que destruyen luego
En el transcurso de una semana, los BOMBEROS de nuestra localidad tuvieron que acudir a inmediaciones del balneario del río Carcarañá para sofocar focos de incendios. Así, el domingo 16, el sábado 22 y ayer 23, tuvieron que luchar contra las llamas y la irresponsabilidad de unos pocos, que probablemente no han aprendido aún que la convivencia en comunidad se logra a partir de respetar ciertas pautas y reglas sociales, algunas escritas en códigos civiles, otras aprehendidas en leyes divinas y muchas que rigen por la propia voluntad humana.
No es bueno meter a todos en la misma bolsa, están los que hace décadas asisten asiduamente a nuestro río y lo protegen. Cuidan sus instalaciones, la limpieza, las especies naturales y especialmente, en épocas de sequía como ésta, se cercioran que no quede fuego encendido, ni chispa volando, para que no se desate lo que es sumamente difícil de controlar.
Pero hay algunos, que son los menos, pero que no por eso dejan de actuar de manera desastrosa, no sólo ponen en riesgo todo el ecosistema del río en todo momento, sino que cuando su absoluta irresponsabilidad hacen desatar un foco de incendio, ponen en riesgo todo alrededor, como los campos linderos y la salud de las personas.
SÍ, LA SALUD DE LAS PERSONAS, no solamente por la gente que puede vivir o tener actividades en las parcelas afectadas, sino de todo el personal del Cuerpo de Bomberos Voluntarios que tiene que trabajar a destajo, sin horarios ni días no laborales posibles, dejando de lado horas irrecuperables con sus familias y, en muchas oportunidades, su trabajo, sin cobrar un sólo centavo, recibiendo sólo el aplauso de la mayoría de la sociedad y haciendo que cada aporte o donativo tenga un sólo destino, el fortalecimiento y equipamiento del cuerpo al cuál pertenecen.
Laburan en condiciones desiguales contra el maldito fuego, no alcanzan las cisternas de agua, no alcanzan los látigos, no alcanzan las manos, dejan sangre, sudor y hasta lágrimas, ponen el alma y el corazón, son capaces de pasar días sofocando los incendios y los descuidos de uno pocos. El humo afecta las vías respiratorias de toda la gente que acude a colaborar para controlar lo que provocan las irreponsabilidades.
De más está decir que todo tiene un costo en lo económico y no es poca plata. Esos recursos son gestionados y conseguidos por la gente que conforma la comisión cooperadora, que también deja sus actividades para que el cuerpo de Bomberos Voluntarios sea uno de los mejores equipados de la región.
El pueblo entero espera que sean identificados los responsables de iniciar estos incendios y se aplique todo el peso de ley, para que el fuego y la impotencia no nos sigan desvastando, para que los que cometen estas atrocidades, paguen como corresponde por el mal que causan.